El vórtice polar del norte —un ciclón de gran escala que se sitúa en la estratosfera, gira en el sentido contrario a las agujas del reloj y retiene los gélidos vientos del Ártico— muestra signos de colapso y de quedar partido en dos, por lo cual podría liberar una masa de aire frío hacia latitudes más bajas, advierte Tom Metcalfe en un artículo que publicó el portal Live Science el pasado 18 de enero.
Este fenómeno se habría producido como consecuencia de un verano caluroso en la región ártica seguido de un otoño relativamente frío en Siberia. A raíz de ello, en el norte de Europa y Estados Unidos se podría registrar unos inviernos severos, que durarían todo febrero y se podría extender hasta marzo.
La disrupción del vórtice polar boreal de este año parece que sigue el mismo patrón de 2018, cuando un fenómeno climático similar generó temperaturas excepcionalmente bajas en el país norteamericano durante diciembre y enero, mientras que en marzo Reino Unido sufrió una ola de frío, señaló Judah Cohen, director de la compañía de pronóstico meteorológico para la gestión de riesgo Atmospheric and Environmental Research.
«Este patrón parece mucho más activo» y con «más tormentas del tipo invernal y brotes árticos«, con lo cual «creo que lo atribuiría definitivamente a una disrupción del vórtice polar», ya que «es muy consistente con lo que habíamos visto en el pasado», añadió este especialista.
«El cambio en el Ártico, indudablemente, ha contribuido» al fenómeno actual y también han influido en el proceso «la pérdida de hielo marítimo, especialmente en los mares de Barents y Kara» ubicados al noroeste de Rusia, junto con «una tendencia hacia el incremento de la capa de nieve en Siberia» registrada en octubre pasado, argumentó Cohen.